SINOPSIS
¿Puede el pasado manipular el presente?
¿Pueden los sueños dominar la realidad?
Marc Sauné es un joven atrapado en un insomnio crónico cuya aburrida existencia está a punto de cambiar. La llegada a Can Portes, una masía catalana del S. XIX, le transportará cada noche a un mundo paralelo donde los sueños tomaran las riendas de su vida. Ayudado por Laura, intentarán averiguar el secreto que esconde ese misterioso lugar.
Un relato que se desarrolla entre Cataluña y Navarra con una trama que nos introducirá en diferentes intrigas, relacionadas con el mercado negro de piezas de arte y la brujería, donde se mezclan realidad y fantasía para acabar resolviendo un enigma que va más allá del espacio y del tiempo.
FRAGMENTO
“Llegué a casa con mucho sueño y con el único pensamiento de meterme rápido en la cama y dormir. Al día siguiente el despertador sonaría a las siete, y ya era la una de la madrugada. Me acosté y me dormí rápidamente. Apenas recuerdo cuánto tiempo estuve consciente hasta que concilié el sueño, pero esta vez no fue normal. Me notaba sudoroso y con la respiración entrecortada. Quería despertar y no podía. Aunque parezca mentira, el sueño no me dejaba abrir los ojos. Me sentía totalmente atrapado dentro de él. Finalmente desperté angustiado, sin intuir que esa pesadilla marcaría el devenir de mis días en Can Portes.
Sin poder remediarlo, las imágenes venían una y otra vez a la cabeza.
Era de noche y la niebla cubría con un manto blanquecino un tupido bosque que no conocía. Tenía frío y me encontraba perdido y desorientado. Caminaba a través de la maleza sin apenas poder ver más allá de un metro de mis pasos. Tenía la sensación de que alguien o algo trataba de atraparme. Cada vez iba más rápido, pero aquello se acercaba más y más. Quería zafarme de esa presencia, pero era imposible. Tenía miedo, tenía mucho miedo. Un temor como jamás había experimentado en toda mi vida. Comencé a correr sin sentido. Notaba que me faltaba la respiración, pero no podía pararme. Iba mirando hacia atrás a cada paso que daba. Quería gritar, pero no podía. Aquella percepción de un terror desconocido y desgarrador impedía cualquier acto que no fuera el avanzar con la esperanza de encontrar un lugar donde sentirme a salvo. Un lugar que no llegaba. El aire era gélido y yo estaba empapado en sudor. Me dio la impresión de que estaba llegando al final de algo terrible. Algo muy malo iba a pasarme justo ahora que por fin comenzaba a tener un futuro esperanzador. Sentía que me iba a atrapar y llegaría mi final. El corazón latía a mil, parecía que se iba a salir del cuerpo cuando comencé a notar unas manos que me estaban agarrando por la espalda. Ya está, pensé. Y de repente, el bosque desapareció. Me hallaba sudoroso y congelado delante de una casa. En un principio no me di cuenta, pero rápidamente observé que era Can Portes, pero apenas distinguía desperfectos en su estructura. Parecía acabada de estrenar. Todavía el miedo recorría cada centímetro de mi cuerpo. El corazón continuaba latiendo a ritmo desenfrenado cuando, por instinto, alcé la mirada hacia el ventanal del balcón de hierro forjado que había justo encima de la puerta principal. Allí vi la figura de una mujer. Tuve la sensación de que me estaba llamando. No podía distinguir su rostro, pero ella no dejaba de hacer señas con la mano. Parecía estar pidiendo ayuda. Tenía el miedo enganchado en cada poro de mi piel, pero sin saber por qué salí corriendo hacia la entrada de la casa. Esa mujer me necesitaba y la iba a ayudar. Quería abrir la puerta, pero por más que lo intentaba no conseguía abrirla. Estaba cerrada a cal y canto. Le di golpes y la pateé con todas mis fuerzas sin obtener resultado. Me aparté un poco de la entrada para mirar de nuevo hacia arriba y, repentinamente, leí la inscripción que presidia la entrada. El texto, iluminado por la luna, relucía en plena oscuridad como signo de advertencia. FESTINA, MOX NOX. Justo en ese instante tuve la sensación de caer al vacío sin poder ayudarla y desperté.
El corazón continuaba latiendo frenéticamente como si quisiera salirse del cuerpo. Tenía la frente bañada en sudor frío y el presagio de que esa pesadilla a modo de advertencia no había sido en vano. Jamás había tenido una alucinación de tal calibre, entre otras cosas porque apenas dormía, pero tuve la premonición de que algo misterioso ocurría en ese lugar y yo me hallaba en medio. Miré el reloj y eran las dos y media de la madrugada. Intenté volver a conciliar el sueño, pero era imposible. Cada vez que cerraba los ojos volvía a mi mente la imagen de aquella mujer pidiendo ayuda desde la ventana de una habitación del piso superior. Aquella habitación que se hallaba justo encima de mí y que inevitablemente exigía una visita. No estaba dispuesto a volver a pasar las noches en vela de nuevo, máxime después de haber comprobado lo bien que me encontraba al descansar el tiempo necesario, así que me armé de valor y decidí subir.
Comencé a pisar lentamente las escaleras que daban al primer piso. Creí que me había vuelto loco. Nadie en su sano juicio después de una pesadilla como la mía y en plena noche se le ocurriría ni siquiera imaginar lo que yo estaba a punto de realizar. Iba a entrar en la habitación donde había visto a esa mujer. Mi determinación era fija y nadie lo impediría. Avancé sigilosamente sin pensar demasiado. En esa planta la luz era tenue ya que la mitad de las bombillas no funcionaban. No las había cambiado porque esa parte de la casa no la utilizaba para nada. Me bastaba con ocupar el piso inferior. Tomé la precaución de llevar conmigo una linterna por si se iba la luz. Sentía que las piernas me temblaban, pero debía superar el miedo. Miré hacia el frente y el pasillo me pareció mucho más largo de lo que era.”